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martes

Te-o-rizando

*Acerca de la ilación*


Escuetos y descolgados párrafos a modo de inicio,
Aunque aquello del inicio sea una ilusión…

Acaso podría ensancharse
como se ensancha una línea cuando le pasa otra arriba


La ilación trata de construir un “nuevo-texto” con las producciones de los jugadores que participan de los juegos de Letras Comunes. Ese nuevo-texto no es sólo un texto compuesto de palabras que le dan sentido, es más bien un tejido en el que las palabras se entretejen con imágenes, grafos, voces, etc. Las imágenes que se trenzan con el texto no son explicaciones de las palabras (aunque, además, pueden serlo), sino que están en el texto de la misma manera en que las palabras están en las imágenes. La relación palabra-imagen sería como la relación hilo-aguja. De allí el principio del texto como tejido.

Las palabras tienen, entre otras condiciones, la capacidad de evocar imágenes. Las imágenes, en cambio, tienen, entre otras condiciones, la capacidad de evocar palabras. Ambas comparten una falta: la palabra no es una imagen, la imagen no es una palabra.

El “nuevo texto-tejido” se funda en cuestiones que refieren al tejido. No sólo porque intentamos hilar textos e imágenes, sino también lograr ilación (coherencia)[1].

El tejido aparece como un territorio a investigar. ¿Qué investigar? El tejido ¿Desde qué mirada? Desde cerca veo los puntos del tejido, la forma en que un hilo sube y baja. Desde lejos, en cambio, veo un tapiz homogéneo. (El bosque de lejos, el bosque de cerca.)

Podríamos iniciar el acto de investigar con una conversación: "conversar" acerca del tejido, de los hilos, conversar con "las palabras como hilos". Tratar así las formas de la ilación por medio de convers-a-cciones que construyan el sentido de (h)ilar[2]. Conversar sin un decir oral, conversar tejiendo. Así, entonces, el texto se mueve entre nosotros. (Al menos parece que) hay algo que no sabemos, y quizás podamos encontrarlo hablando-ilando palabras, es decir, tejiendo.

El texto se va (h)ilando; cada línea del texto es una serie de puntos-letras. La línea recibe otra línea por debajo. Aunque este proceso no es continuo, pues ocurre que a veces el ilador@ se queda un poco dormid@ (que es cuando el texto descansa), pero luego se levanta, y enredado aún entre los sueños, en ese momento incierto en el cual lo real se desdibuja, alza su mano y silencia su voz siguiendo el ritmo del tejido. Así las palabras se suman y la ilación prosigue con esa cadencia suya, tan propia de las conversaciones entre amigos. Se suma una corrida tras otra. La textura crece y ya no es una línea sino un abrigo para cubrirse en el invierno, una manta que brota en la primavera, una tela leve que nos refugia del sol en el verano, una hamaca para ver caer las hojas en el otoño.

¿Cómo tejer? La manera de aprender a tejer es tejiendo, con las agujas en las manos: enroscarse el hilo entre los dedos, jugar a pasar la aguja, batir las agujas, enhebrarlas por entre medio de los hilos para marcar puntos. De la ilación de los puntos resultan “un tejido y un ilador@” que se va hilando por entre los nudos. Un ilador@ que forma parte de un tapiz que recomienza y persiste en el sentido de una contorsión[3] del texto-tejido.

Hay tejidos (ilaciones) que tienen fines formales y de uso previos al acto de tejer (ilar): la nona toma la medida de los pies de su nieta y teje calcetines para un diminuto pie, el cubrecama se hace a la medida de la cama, lo mismo para el gorrito de invierno. Pero hay otros tejidos que no tienen fines previos y son los que hasta ahora no sabemos precisar: son los tejidos que se centran en “el acto de tejer”.

Por ejemplo, al ilador@ que goza tejiendo con la reescritura, le gusta tomar las palabras de otro y pasarlas por entre las suyas o pasar las suyas por entre las de otro, también a veces destejerlas, ajustar algún nudo suelto, soplar el hilo para que se vaya la pelusa, pasar el pulgar por la textura lograda y sentir cosquillas. Teje con otros hilos, con otras agujas que son de otras medidas y colores. Cuando toma otras agujas sus dedos se entorpecen, pero poco a poco éstos se reconocen en las huellas que hay en las agujas: sus huellas dactilares se conectan con las huellas de quienes ya tejieron. Comienza entonces una conversación casi muda, como sugiere lo táctil ¿me… …? Al ilador@ le gusta hablar como hablan sus amig@s y tomar la madeja prestada y seguir deshilvanando el hilo, luego lo pasa tras la urdimbre y hace un nudo para que cuando venga otr@ encuentre una señal, una marca para seguir tejiendo. El nuevo ilador@ descubre la señal, comienza su ilación con la madeja del otro pero la convierte en propia por el sólo acto de tejer, por el hecho de habitar el tejido.

Se puede coser, pero no pretender que se teje. El arte del tejido requiere no sólo que su compositor haga uso de la diversidad, sino que la haga morir de tanto en tanto para sentir el placer de una reunión ante una mesa austera pero adecuadamente provista de esos ojos expectantes ante la dificultad de contorsionar un texto. Coser pasa primero por enhebrar. Tejer también pasa por aquí, pero no se detiene ante lo que debe reunir y estaba disperso. Tejer enhebra, pero al tejer surge una continuidad disruptiva al encuentro con eso que está siendo visto nuevamente: tejido.

El tejido difiere también de un bordado aunque ambas acciones compartan las mismas herramientas. El bordado es una serie de puntos que se sostienen en una tela, pero esta tela qué es sino tejido. Las telas son tejidos y no sólo son tejidos los escarpines de la abuela. Las mujeres del cuento Bordado, de Ray Bradbury, solo veían la escena bordada y no veían el tejido, la tela que sostiene al bordado. Aquí de nuevo el bosque de cerca, el bosque de lejos: en el tejido, sobre el tejido, vemos la escena, no vemos el cuadro, vemos el árbol, no el bosque. “La segunda mujer vio cómo se iba una flor bordada. Trató de bordarla de nuevo, pero se iba en seguida”, en el momento en que desaparece el bordado aparece el tejido de la tela, la estructura previa.

¿Hay algo más que tejido? El tejido es aquel sustrato, “la estructura previa”, y lo que vive sobre esta estructura previa y también lo contingente.



*Acerca de los puntos-nudos*

El tejido está hecho de hilos que se cruzan y dan vueltas uno alrededor del otro, esto da forma a un punto determinado, también llamado nudo. En lo inmediato, la atención del tejedor-ilador está puesta en la reproducción de los puntos. Ila uno, inmediatamente después otro y otro. Cada punto, como cada palabra, tiene un sentido, un orden, una dirección, un color, puede sugerir un olor tanto como puede sugerir un ritmo de avance y/o retroceso, de arranque y salida. Pero también puede detener a quien teje para reconducir el trazo del tejido, para cambiar su dirección, su sentido o simplemente para ajustar algún punto suelto.

Cuando quedan puntos sueltos, entonces viene otro punto y se introduce entre el vacío que dejaron los puntos anteriores a él, mete la cabeza, da una vuelta y sale. Este punto fija-firma al anterior. Otras veces hay puntos demasiado cerrados o fijados, entonces la aguja sin hilo se introduce entre los nudos, busca ensanchar el espacio entre ellos, para hacer vacío entre los nudos, para que pase un poco el aire y los puntos puedan respirar. La respiración del tejido.

El punto se puede dar con un hilo grueso y peludo, o con uno delgado y liso. Cada movimiento que el tejedor-ilador hace tiene sentido en sí mismo, como lo tienen las palabras aisladas de Leonor Manso[4]. Además, cada punto se da entre medio –y rodeado– de otros puntos. Así el ilador@ teje una isla, una historia, se para sobre ella, flotando en un enorme mar, y desde allí observa. El ilador@ ha tejido su propia historia y nos la ofrece para que paseemos por ella, para que la conquistemos y la hagamos nuestra. Entonces es posible re-ilar, poner una capa de tejido encima de la otra, hacerle agujeros, colgar de aquella isla tubos como medias, algunos volátiles, otros pesados, densos, que bajan, y bajan, y bajan. Construimos entonces un sentido colectivo, que nada tiene que ver con el sentido de aquellos puntos-palabras de Leonor Manso que explotan. Tampoco reproduce el pequeño parche-isla que el ilador@ tejió, sin embargo vive sobre ellos, y los posee.



E l b o s q u e d e l e j o s .


Tomemos la idea del párrafo anterior: cada punto se da entre medio –y rodeado– de otros puntos.

Hemos observado la palabra “el” en este tejido. La hemos visto como un punto, luego la hemos visto en relación a las palabras que le sirven de límite. Hemos visto la palabra “el” (rodeada) y en medio de otros puntos. La palabra “el” forma diversos puntos. Ejemplos encontrados:


…que “el” tejedor
como “el” tejido
que “él” hace entre ciudades…


La repetición y la manera en que el punto es ajustado (tensionado) posibilita diferentes tipologías de nudos, de allí que las formas del tejido sean tan variadas como las formas de las cabezas de los elefantes; sólo un observador atento puede contemplarlas sin pretender hacer pasar una por otra.

La variación de la forma del tejido está dada tanto por el modo de enroscar el hilo como por la forma del vacío que queda entre los puntos. Así se forman nudos ásperos, anchos, altos, flacos, hondos, negros, bajos, mudos, sordos, ciegos.

Si hacemos un zoom de un punto cualquiera de un tejido cualquiera, observaremos que el vacío funda los nudos, determina y limita su forma. Ese vacío permite, además, que la aguja pueda atravesar los puntos y generar un nuevo nudo.

Dentro del tejido hay infinitas partículas de vacío (no vistas desde lejos). La tendencia de nuestro ojo a ver lo lleno y la grotesca dimensión de nuestros dedos no permiten una relación táctil con los vacíos. No podemos, casi, percibir los vacíos entre los nudos. Son las agujas las que median entre nuestras manos y los vacíos del tejido (entre nosotros y el tejido).

*Acerca del ilador@*

El ilador@, como ya vimos, toma un trozo de tejido y una aguja y añade nuevos puntos. Extiende el paisaje más allá del horizonte transitorio en el cual fue dejado. Se inmiscuye entre los puntos antiguos de otro paisaje y reúne los horizontes disjuntos, rediseña el paisaje. El ilador@, ensimismado, apenas consciente de sí mism@, encuentra un pie tejido sobre el viejo paisaje, lo observa y luego él mism@ teje otro. A continuación se calza el par de pies, el viejo y el recién creado y, llevado por ellos, recorre el espacio tejido. El ilador@ es un tejido, está hecho de puntos que lo constituyen en toda su extensión.

Se trata de un ilador@ que sea como el tejido, un ilador@ que se encuentre a la vez que teje: las letras del ilador@ como la topografía del tejido, como consecuencia de la acción de ilar y tejer, esseryestar siempre entre medio, es deambular y descansar de ambular, podría decirse algo así como nomadar y sedentar.

El tejedor teje un punto e inicia el tejido, el ilador@ ila un punto e inicia el ilado. Pero tejedor e ilador@ no dan puntos en la nada. La aguja del tejedor, la aguja del ilador@, el (h)ilo, son parte de lo ilado. El inicio es como el derecho y el revés, no existe.

El ilador@ se extiende, se ensancha, conforma una identidad plural. De esa manera, en cada nudo habla un yo que alcanza a ser nosotros, por una virtud conjunta de contorsionar a las palabras y de amarlas también.

… Como ha dicho M. Serres: “…el tejido es anterior a la topología”. Porque “Conocer las cosas exige de antemano situarse entre éstas. No solamente delante de éstas para verlas, sino en medio de su mezcla, sobre los caminos que las unen…”:



el tejido hace entre ciudades al tejedor
el tejedor hace entre ciudades el tejido
entre ciudades el tejido hace al tejedor,
entre ciudades el tejedor hace el tejido,
el tejedor es tejido entre ciudades,
el tejedor hace ciudades entre el tejido.



[1] Si se aventura a viajar a nuestro apartado Lexikon, encontrará visiones paralelas sobre el uso de la H en la ortografía del castellano.
[2] Pase de nuevo por la casilla Lexikon. Hay una palabra que esta detrás de su boca, que está por salir y suponemos es nueva, necesaria que puede ser parte del Lexikon. Hay también un hábito que …
[3] El sentido de la contorsión es el nuevo uso….Cf. Lexikon.
[4] "Ella ponía el cuerpo y dejaba que las palabras explotaran"

sábado

Este apartado recoge ensayos referidos al juego en cuestión.

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